El salvaje, un mito europeo
Roger Bartra ilustra en el CCCB cómo
los europeos imaginan su lado no civilizado
Desde el minotauro hasta Tarzán,
pasando por brujas, la muestra incluye obras de arte, películas
y cómic
OLGA SPIEGEL - 20/02/2004
Barcelona
Como
mexicano estoy acostumbrado incluso diría que
harto a ver a los europeos visitar mi país
en busca del salvaje, bueno o malo, y lo seguirán
buscando porque hay un mito que los impulsa. Pero creo que
no lo van a encontrar porque el mito es europeo. Así
que decidí hacer el viaje al revés y buscar
al salvaje europeo, explica Roger Bartra, antropólogo
mexicano de famila catalana. De esa antropología
a la inversa surgieron sus libros El salvaje
en el espejo y El salvaje artificial.
De ellos y de los de Pilar Pedraza parte la exposición
El salvatge europeudel CCCB, que ambos comisarían.
La exposición muestra la representación
iconográfica de ese concepto de origen griego que
caracterizaba como salvajes a quienes estaban fuera de la
civilidad, seres primitivos, bestiales, amenazadores, que
vivían cerca de la polis pero más
allá de sus normas, y que con el tiempo se ha ido
transformando. El hombre silvestre fue un tema muy repetido
en heráldica y escudos de armas, así como
los sátiros, mitad hombre, mitad bestias, como aparecen
en un cuadro de Mantegna o la escultura de Andrea Riccio.
A dicho tema pertenece también Centauro y ninfa,
una acuarela de Böcklin, mientras el salvaje lujurioso
queda ilustrado en La violación, un dibujo
de Picasso, entre otras obras.
Pero el salvaje violento se convierte
en figura noble y tranquila cuando aparece en familia, como
lo representan grabados de Durero o un óleo de Altdorfer.
El espléndido tapiz de Basilea, un anónimo
de 1460, muestra ya al salvaje domesticado que trabaja en
las labores del campo. La asimilación del salvaje
por el cristianismo enriquece la iconografía con
santos ermitaños y penitentes. Entre ellos abundaron
las representaciones de san Jerónimo (Ribera y Durero).
El salvaje llega a la cultura de
masas, representada aquí por diversos héroes
de cómics, desde Conan hasta Spiderman y sobre todo
Tarzán. De los héroes de cómics se
pasa a una galería de personajes con anomalías
físicas que se exhibían en ferias, circos
o las cortes. Las mujeres barbudas de Sánchez Cotán,
Carreño de Miranda y Ribera, las brujas de Goya o
las mujeres fatales y castradoras, como la Circe
de Moreau, los dibujos de Salomé y san Juan
Bautista, de Gustave Moreau, o la fotografía
de Cindy Sherman son algunos ejemplos, a los que hay que
añadir otra tipología, representada por las
enfermas que retrató el Dr. Charcot.
Retratos al óleo del príncipe
rumano Vlad Dracul y de su equivalente, la condesa Erzébet
Bathory, o el Minotauro (1885) de Watts son
algunas de las obras que, junto a escenas de películas
como La mujer pantera, de Jaques Torneur, cierran
la exposición.